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El Arte Militar en la España del siglo XVI, de Ricardo González Castrillo: el autor y su obra
El objetivo del presente trabajo es realizar la reseña del libro El Arte Militar en la España del siglo XVI, obra de Ricardo González Castrillo, publicado por Edición Personal en el año 2000. El autor es licenciado en Filología Semítica (Árabe e Islam) -1993- y Doctor en Geografía e Historia (Historia Moderna) -1996- por la Universidad Complutense de Madrid.
En su amplia trayectoria en la universidad ha desempeñado diferentes puestos, entre los que se encuentra la dirección de varias Bibliotecas Universitarias o el asesoramiento técnico que actualmente desempeña en el Centro Integral de Formación Permanente, ambos en la Universidad Rey Juan Carlos, así como su faceta investigadora o docente en materias como la Historia Moderna y las bibliotecas. Posee un elevado número de publicaciones (monográficas individuales, participaciones en obras colectivas y en revistas).
Precisamente su tesis doctoral fue la obra que ahora es objeto de la actual reseña. Se trata de un estudio histórico-bibliográfico cuyo director de tesis fue el profesor José Simón Díaz, especializado, entre otras materias, en Biblioteconomía y Documentación. La obra está dividida en cinco apartados claramente diferenciados; en cada una de los cuatro primeros da a conocer el autor de forma gradual el cometido de su trabajo, que no es otro que mostrar cómo los diferentes tratadistas militares del siglo XVI mostraban el Arte Militar en la España de inicios de la Edad Moderna.
Composición de la obra
El primero de los apartados nos acerca al perfil de aquéllos que decidieron en su momento plasmar su visión sobre cómo se desarrollaba en el mencionado siglo el arte de la guerra. Junto a ello se muestra la diversa tipología de textos de ese periodo con que nos encontramos. En un segundo punto nos acerca los grandes temas tratados (ideal bélico, disciplina militar, fascinación por la Antigüedad,…).
En un tercer bloque describe a los protagonistas (soldados, mandos de la compañía, del tercio y del ejército). En el cuarto se analizan el componente material del ejército, constituido por las armas, los diferentes inventos técnicos y el avituallamiento. La obra finaliza con un quinto punto donde muestra tanto las fuentes como la bibliografía utilizada. Así pues, voy a pasar realizar un análisis más en profundidad de cada uno de sus cuatro bloques de contenido.
Contenido de la obra
Las fuentes y sus autores
Como ya se ha indicado comienza su “Presentación de las Fuentes” con el apartado “Perfil del soldado-escritor”. Tras una presentación genérica donde deja constancia de que una buena parte de los autores proceden de la milicia. Estos autores, en una única obra, trataban de mostrar sus conocimientos y sus vivencias, aun sin poseer una adecuada formación literaria.
A continuación el libro pasa a mostrar a algunos autores tratados siguiendo un esquema en el que presenta, según los casos, su origen (militar, noble, eclesiástico, letrado,…), su relación con la milicia, los motivos de su obra, a quien estuvo dedicaba o las críticas que tuvo. Así, el autor analiza obras de militares de alto rango y experiencia como el capitán de caballería y diplomático Bernardino de Mendoza, el Sargento y Alférez Martín de Eguiluz o el Sargento mayor y Coronel Francisco Verdugo; otros son jóvenes de alta alcurnia como Carlos Coloma que llega a ser diplomático; soldados de múltiples frentes como Luis Gutiérrez de la Vega; otros autores pertenecieron al ámbito del derecho (Diego García de Palacio o Diego de Álava y Viamont), al intelectual como Luis Valle de la Cerda o posibles clérigos como Francisco Sanvitores de la Portilla.
En cuanto al motivo de escribir tales obras, unas veces es el deseo del autor de dar a conocer determinadas circunstancias o hechos para dejar constancia de ellos, bien para vanagloria del ejército y España (Diego de Villalobos y Benavides), bien para criticar determinadas situaciones (Marcos de Isaba), bien para mostrar cómo se debe actuar en determinadas circunstancias (Bernardino de Barroso) o en un determinado oficio (Sargento mayor por Francisco Valdés). En otras ocasiones los autores son alentados a escribir por mandos superiores como el Duque de Alba (el maestre de campo Sandro de Londoño) o por el propio monarca.
Por último, nos presenta el autor en un segundo apartado denominado “Tipología de las obras: aspecto formal” bajo que formato vienen presentadas las obras. El principal y más repetido es el de Tratado (Carrión Pardo, Salazar, Ufano,…), junto con Discurso-s (Escalante, Londoño,…) y Diálogo-s (ya sea en el título -Núñez de Velasco, Sepúlveda,…-, ya tratando la obra en forma de diálogo). Otras denominaciones son Libro, Libellus, Avisos, Comentario (para obras históricas), Memorial, Compendio, Sumario,… Finaliza este apartado señalando la importancia, según Simón Díaz, de los prólogos al lector y de las anotaciones de los propietarios de los ejemplares para conocer datos sobre la obra y el autor.
La temática tratada
El segundo bloque, “Panorama general sobre la literatura militar española en el siglo XVI: Los grandes temas”, comienza con el apartado “Ideal Bélico”. En él, tras establecer la idealización de la guerra como algo natural e inevitable por parte de nobles y aventureros y la poca simpatía hacia ella de campesinos, traslada su punto de mira hacia la perspectiva de los autores religiosos. Así, según Jaime de Alcalá, el católico cristiano debe ejercitar las virtudes guiado por la fe para vencer a los enemigos espirituales -mundo, demonio y carne.
Otra materia sobre la que se escribe es la “Justificación de la guerra”, objeto del siguiente apartado. Por encima de cualquier otro tema se encuentra la licitud de la guerra. Se parte de las ideas de San Agustín y Santo Tomás sobre la guerra justa. Se analizan en este apartado lo expuesto por numerosos autores con respecto a las causas de la guerra; si bien, la idea principal es que la guerra debe de ser justa y para ello debe tener justa causa, ser declarada por persona competente para ello y tener intención justa; si bien, existen determinadas circunstancias por las que la guerra estaría justificada sin tales motivos (guerras defensivas, guerras contra infieles,…); eso sí, en la mayor parte de los casos el objetivo de la guerra es la consecución de la paz.
En un tercer apartado de este segundo bloque el autor nos acerca a “La disciplina militar”, que tuvo como espejo a la disciplina militar de la República romana. Entre las causas de indisciplina se citan la facilidad para delinquir y pecar (mal comportamiento con los anfitriones y personas ajenas a la milicia, amotinamiento por falta de pagas -se propone unirse en camaradas-, codicia en el reparto de botín,…), la corrupción (falseamiento por capitanes de soldados en nómina, fraude a los subordinados, alojamiento de tropas con pobres y eximir a los ricos,…) o la ociosidad.
Otro tema tratado por los autores es el “Desencanto de la milicia”. Así, el nombramiento inmerecido de altos dignatarios del ejército ocasionaba el desánimo e incluso la baja en el ejército de los soldados y la actitud irrespetuosa hacia los jefes así nombrados. Se consideraba necesaria la reforma del sistema de nombramientos y seguir el orden de prelación y gradación del ejército, si bien, ello chocaba con la intención de los altos dignatarios. Quizás la creación de recompensas sociales (subsidios, premios, exenciones fiscales,…) pudiese solventar tal problema, teniendo en cuenta, claro está, que algunos soldados como Londoño y Verdugo pudieron haber prosperado sin poseer un origen elevado.
Un último punto de este segundo bloque nos habla sobre la “Fascinación por la Antigüedad”. Fueron tenidas en cuenta las obras de escritores como Jenofonte, Eliano, César, Livio o Vegecio, entre otros, así como las acciones de Ciro, Alejandro, Pompeyo,… También otras civilizaciones (asiria, persa,…) y caudillos (Josué, Sansón,…) fueron tratados y se recomendó leer las Sagradas Escrituras (Mosquera de Figueroa). El hecho de la aparición de la pólvora no hizo que decayera tal entusiasmo, fruto de la corriente humanista del Renacimiento. La obra de autores como César, Apiano, Suetonio o Livio fueron traducidas por autores como López de Toledo, Pedro López de Ayala o Arias Montano, entre otros.
El factor humano del ejército
Pasamos ahora a comentar el tercer bloque donde el autor trata “El ejército en su componente humano”. Un primer apartado lo dedica a “El soldado y su reclutamiento”. En primer lugar, plantea los rasgos físicos, morales y religiosos que debe poseer el soldado. Edad mínima entre 16 y 20 años (según los autores), cuerpo atlético conseguido mediante entrenamiento (natación, lucha, manejo de armas, órdenes,…), disciplina, cultivo del espíritu y la lectura, ser temeroso de Dios, servir al rey y poseer obediencia, templanza, virtudes morales, virtud del silencio, fidelidad, alegría,… y no poseer vicios (jurar, jugar, blasfemar,…).
La recluta se realizaba por comisión, por medio del Capitán (gran parte de soldados en la Corona de Castilla) y sus oficiales, o por asiento, por medio del asentista, quedando excluida la coacción. Estos procedimientos son descritos por el autor en la obra reseñada, así como la elección entre ejército único o múltiple y reducido o numeroso.
Comienzan ahora diversos apartados del tercer bloque en los que se trata a la jerarquía del ejército español. El primero de ellos, introductorio, nos acerca a “La jerarquía militar”, donde se muestra que la organización del ejército español es piramidal, debiendo ser el ascenso merecido.
Entrando en materia, comienza el siguiente apartado con los “Mandos de la Compañía”. El número de miembros de una compañía evolucionó a lo largo del siglo, considerando 300 el número ideal. El cursus honorum era el siguiente, teniendo en cuenta para su nombramiento la experiencia y antigüedad en el cargo del que se parte:
- Soldado (20 años).
- Cabo de escuadra (>25 años; 12 por compañía, soldado más experimentado de la escuadra, debía controlar a los soldados, repartir la munición,…).
- Sargento (>26 años; controla la disciplina, ejecuta las órdenes de superiores,…).
- Alférez (>28 años; portador de la bandera y sustituto del capitán en sus ausencias).
- Capitán (>31 años; responsable de la compañía y de nombrar a los oficiales).
El resto del apartado lo dedica el autor a mostrar las competencias y características personales de cada uno de los oficiales. Otros oficios son Furriel (se encargaban del alojamiento de la compañía), Capellán, Cirujano (existía en el Tercio), Atambores y Pífanos (junto al alférez).
Por encima de la compañía se encontraba el tercio, que también poseía sus propios mandos. Comienza con la disparidad tanto en el número de soldados que componían el tercio como su distribución en las diferentes armas (mosqueteros, arcabuceros, picas,…). Pasa a continuación a describir los oficiales del tercio, mostrando para cada uno de sus requisitos, características y funciones:

El Arte Militar en la España del siglo XVI – Ricardo González Castrillo
- Al mando del tercio se encontraba el Maestre de Campo, de gran experiencia militar, quedebía proponer los cargos del tercio (Sargento mayor, Auditor, Furriel mayor, Atambor mayor y barrachel de campaña) y el general los confirmaba.
- Le seguía el Sargento mayor como superintendente de los sargentos, acompañado del Atambor mayor.
- Los testamentos y sucesiones eran tramitados por un Auditor, ayudado por un escribano y alguaciles.
- El Barrachel o Capitán de campaña controlaba el orden.
- El Furriel mayor debía procurar alojamiento para el tercio.
- haber un letrado de orden episcopal, así como médicos y cirujanos, con hospital y una farmacia con los servicios necesarios.
El último apartado de este tercer bloque está dedicado a los “Cuadros superiores del ejército”. El estado mayor del ejército está formado por:
- El Sargento mayor general.
- El Maestre de campo general (ambos poseen atribuciones semejantes a las del Sargento mayor y Maestre de campo, pero para todo el ejército).
- El Capitán general de la Artillería (con conocimiento del arma que dirigía y con diversos puestos de apoyo -Mayordomo, Artilleros,…).
- El Capitán general de la caballería (noble o caballero ilustre, aunque poco tratado en los textos).
- El General del ejército o Generalísimo (larga experiencia en la guerra, versado en las letras y con conocimientos adecuados al mando, de linaje noble; existía discrepancia entre los autores sobre la posibilidad de que participara en primera línea o dirigiera sin peligro la contienda), cuyas competencias y requisitos se presentan a lo largo del presente apartado.
El componente material del ejército
El último bloque de texto recibe el nombre de “El ejército en su componente material”. El primero de los apartados versa sobre las “Armas portátiles”. Entre los pertrechos de guerra se encuentran las armas y la primera de ellas tratada es la espada, en cuanto a largo y la forma de llevarlas:
- La pica es considerada el arma fundamental del ejército español y se presenta una breve exposición sobre su origen. Los piqueros llevan coseletes (salvo los picas secas -sólo celada) y rodelas.
- El arcabuz, en número variable en la compañía según los autores, requiere de la ayuda de piqueros para no ser barridos por la caballería; los arcabuceros debían ser diestros en la carga y manejo del arma y la cuerda. También era utilizado el arcabuz por la caballería ligera.
- El mosquete se había de apoyar sobre una horquilla para ser disparado. Se necesitaba de gran entrenamiento y fortaleza para usarlos.
- También se utilizaban escopetas, alabardas, partesanas, montantes, lanzas, dardos, arcos, ballestas,…
El siguiente apartado del cuarto bloque se refiere a los “Ingenios e invenciones de interés militar”. Los autores dejaron constancia de las creaciones e innovaciones técnicas que tuvieron lugar para procurar un favorable desarrollo de la guerra, las cuales era cometido del Capitán general su conocimiento.
Hubo innovaciones enfocadas a la guerra en el mar (artefactos explosivos para lanzar a navíos enemigos, para arder en el agua, para reflotar navíos,… -Lázaro de la Isla, Hernando del Castillo,…) y otros dedicados a la guerra de sitio (avances en las minas -Pedro Navarro-, favorecer la apertura o destrucción -petar, petardes,… según los autores- de puertas y rastrillos, comunicar a los sitiados con el exterior, obtener agua potable,…). Hubo inventores muy prolijos como Jerónimo de Borja o Blasco de Garay, aunque a veces sin comprobar la viabilidad. Destaca también la figura de Leonardo da Vinci y las de Juanelo Turriano (hidráulica) y Juan de Herrera (arquitectura).
El último apartado del bloque cuatro se denomina “Pertrecho y vituallas”. Entre ellos se encuentran armas -picas, mosquetes, arcabuces, piezas de artillería,…-, pertrechos -salitre, pólvora, tiendas de campo, faroles, sierras, maderas, clavos,…- y vituallas -cereales, carne, vino, harina, aceite, confituras, legumbres,…-. Al crear el ejército se debía proveer de los pertrechos y vituallas adecuados. Ello se realizaba bien por medio de depósitos constituidos con el material concertado con proveedores, bien mediante transacción directa con vivanderos una vez estén los soldados en guarnición, o una mezcla de ambos. Los bagages de los soldados debían de ser protegidos durante la marcha y durante la lucha, existiendo disparidad de opiniones con respecto a donde debían de ser colocados.
¿Que opino sobre la obra?
Para finalizar con la presente reseña quiero dejar constancia de mi opinión con respecto a la obra analizada. Bajo mi humilde punto de vista considero un arduo trabajo el realizado por el autor, Ricardo González Castrillo, al acercarnos al contenido de tan extenso número de obras, procurando en la mayor parte de los casos no ofrecer su opinión personal, sino tan sólo dejar constancia de lo que exponen los textos analizados.
Otro factor a destacar es la apertura por el autor de una nueva línea de análisis sobre el ejército español del siglo XVI; se trata de su estudio histórico-bibliográfico. Opino que es un trabajo encomiable el hecho de llegar a extraer de cada obra de forma adecuada la información necesaria para cubrir el desarrollo realizado de la milicia española del siglo XVI, marcando su evolución en el tiempo y los diferentes parámetros que la definen, con multitud y variedad de ejemplos, en muy contadas ocasiones repetitivos.
Así pues, considero la obra objeto de la presente reseña un libro bastante didáctico que nos acerca al pensamiento de aquéllos que vivieron el siglo analizado, ya fueran miembros de la milicia o relacionados de algún modo con ella.
Anexo: otras obras del autor
- Ingeniería militar e Inquisición: Inventos y artificios de Jerónimo de Borja, ingeniero militar del siglo XXI (1989).
- Trece voces para el Diccionario de Historia de España (1990).
- El viaje de Gabriel de Aristizábal a Constantinopla en 1784: según el manuscrito original II-1051 de la Biblioteca del Palacio Real de Madrid (1997).
- Temario básico para oposiciones a bibliotecas y archivos. Escalas de Facultativos y de Ayudantes (1997).
- Oposiciones a bibliotecas y archivos (escalas de facultativos y de ayudantes): temario básico (1998).
- La Biblioteca Nacional de Túnez (1999).
- Principios de descripción bibliográfica de Fondos Antiguos (1999).
- Ojeada a la historia de la Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid (2001).
- Ojeada histórica a las bibliotecas escolares en España (2001).
- Ponencias de la IV Jornada sobre buenas prácticas en el ámbito de las bibliotecas: Servicios de apoyo a la investigación en las bibliotecas universitarias (2012).
Bibliografía
- GONZÁLEZ CASTRILLO, Ricardo: El Arte Militar en la España del siglo XVI, Madrid, Edición Personal, 2000.
- «Ricardo González Castrillo», Linkedin, disponible en la web https://es.linkedin.com/in/ricardo-gonz%C3%A1lez-castrillo-928b7523, consultada el 21 de noviembre de 2019.
- «Ricardo González Castrillo», Dialnet, disponible en la web: https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=147473, consultada el 21 de noviembre de 2019.
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